¿Estamos locos de remate?
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 810)
“El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente”.
Niccolò di Bernardo dei Machiavelli
Mientras casi todos los medios se refocilan en el barro de las peleas entre Mauro Icardi y Wanda Nara, me asombró la nula atención que prestaron a la peor noticia que la Argentina pudo recibir de este gobierno canalla: el Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, anunció que se encuentran muy avanzadas las conversaciones para suscribir un memorándum de entendimientos con nuestro país en materia de energía, 5G, Mar Argentino, Antártida, minería y vacunas; además, elogió nuestra “respuesta activa” a la Ruta de la Seda, el proyecto de colonización y expansión global de Xi Jinping, una sutil pero efectiva horca que tanto está costando a países de todos los continentes.
Adquiere peligrosísimas connotaciones, porque nos incorpora taxativamente a los conflictos globales que cada vez tienen menos de “guerra fría”, con los acuerdos (cuyas características desconocemos) referidos al Mar Argentino, en el cual China es el principal depredador, y la Antártida, ya que la transformará en un actor foráneo pero importante en el ya complicado escenario del Atlántico Sur. Adquieren así verosimilitud la compra de aviones de combate a Beijin y los rumores acerca de la instalación de otra base militar en Tierra del Fuego, con capacidad para atender a sus flotas pesqueras, similar a la que ya le entregó (cesión de soberanía incluida) en Neuquén y que tanto preocupa al mundo, ya que habilita al gigante asiático a operar sobre el espacio, el nuevo escenario bélico de las grandes potencias; hace pocos días, Xi Jinping lanzó un misil intercontinental hipersónico, capaz de portar cabezas nucleares, cuya trayectoria fue controlada y monitoreada desde el sur argentino. Es decir, convierte a nuestro indefenso país en obvio blanco en caso de una conflagración global.
Desde esta modesta columna semanal presagié que, ante la negativa del Gobierno a presentar un plan económico consistente y cerrar algún acuerdo con el FMI, lo cual nos llevaría a un generalizado default en marzo, el oficialismo recurriría al líder chino, soñando con un apoyo financiero que permitiera estirar el agónico populismo y nos evitara el aislamiento total; sin embargo, nunca pensé que las exigencias que aceptaría para lograrlo llegaran a este extremo, y que no se alzara una voz en la oposición para denunciarlo.
La patética gira del Meme-Presidente por Roma y Glasgow, donde viajó con ¡60 funcionarios! permitió comprobar qué nivel de esquizofrenia afecta al Gobierno. Mientras Alberto Fernández se arrastraba en ambos foros en pos de algún progreso en la negociación con el Fondo o, al menos, de una foto, el kirchnerismo y hasta el Ministro de Economía despotrican en contra del organismo en el escenario local y, para colmo, el Gobierno se asocia ahora con China. La decisión del FMI depende fuertemente del apoyo de los Estados Unidos pero Argentina se enemista con la administración de Biden y de los grandes líderes europeos y regionales cuando se niega a condenar las violaciones de los derechos humanos en las sangrientas dictaduras de Nicaragua y Venezuela, y cuando recibe a Evo Morales y a Rafael Correa, notorio prófugo de la Justicia ecuatoriana, casi como visitas de Estado.
Con su Ruta de la Seda, China se apodera de infraestructuras y pretende hacerse de las materias primas esenciales que su economía requiere y que su población empieza a exigir. El régimen, asustado por el calentamiento global, del cual ese país es uno de los principales responsables, ha decretado reducir las emanaciones producidas por el consumo de carbón, su principal fuente de energía, y generado una enorme crisis en su propio mercado. Criminalmente desperdiciado nuestro gigante yacimiento de Vaca Muerta por la desconfianza que suscita esta administración entre los inversores, y por la convicción de que el mundo pronto abandonará el uso de combustibles fósiles, la mirada de Xi Jinping se posa sobre los yacimientos de litio, un mineral indispensable para la fabricación de chips y conductores.
El sistema de comunicación móvil 5G ha sido rechazado y prohibido en Europa y los Estados Unidos porque, siendo propiedad del Ejército Popular de Liberación chino, está fuertemente sospechado de facilitar el espionaje industrial y ejercer un férreo control sobre su uso por la sociedad civil. Argentina se había comprometido con los países de la región a ofrecer una respuesta común a la propuesta, pero ha olvidado tal acuerdo y, con ello, se aleja de todos nuestros aliados geopolíticos naturales.
Todo ilumina la desesperación de Cristina Fernández ante una derrota que le impediría construir su proyecto autocrático, igual que los que lograron en Nicaragua Daniel Ortega, en Cuba los Castro y Díaz-Canel, en Venezuela Chávez y Maduro y que vio fracasar en Ecuador Correa. Y es razonable su inquietud ya que no sólo frustraría su imaginado régimen hereditario, sino porque cada vez ve más cercano el patíbulo que se construye para ella en los tribunales de Comodoro Py. Ya fueron aceptadas las apelaciones de fiscales y querellantes contra su insólito sobreseimiento en la causa del memorándum con Irán y las nuevas declaraciones de testigos y arrepentidos la comprometen aún más en la “ruta del dinero K” y “cuadernos”.
También es consciente de que los próximos dos años (con o sin Alberto Fernández disfrazado de MemePresidente) de este raro modelo económico, conducido por un “gobierno de científicos” que ha hundido al 50% de los argentinos en la miseria y la pobreza, ha dejado casi dos años sin clases a los chicos más humildes, carga con el siniestro peso de más de 116.000 muertos, ha fundido decenas de miles de empresas, ha perdido tantos puestos de trabajo, impide las inversiones productivas y cada vez se parece más al invento del “socialismo del siglo XXI”, resultarán un duro calvario por la falta de fondos con los que continuar financiando el populismo y ese fracaso la llevará a la derrota definitiva en 2023.
Es, precisamente, ante esa mesa de arena donde ha decidido asociarnos con China, a pesar de los enormes costos que la Argentina deberá pagar por esa despareja sociedad. ¿Estamos tan locos como para permitirlo? El 10 de diciembre, en menos de un mes y eficiente fiscalización mediante, nuevos legisladores arribarán a sus bancas y es allí, en el Congreso, donde deberemos poner freno a tantos dislates terminales, entre ellos la complicidad con el asesino terrorismo mapuche, otra muestra de la misma esquizofrenia que mencioné al principio.
Enrique Guillermo Avogadro Buenos Aires Argentina